Renault, Nissan, Mitsubishi, Toyota, Mazda, Suzuki, Volvo, Honda, Volkswagen.... Estas y otras poderosas marcas de autos están en una incansable carrera para dominar el mercado y atraer más clientes a sus concesionarias.
Para lograr ese objetivo cada temporada anuncian la salida de los nuevos modelos de auto y destacan las mejoras realizadas en el producto que pueden ir desde componentes (más) inteligentes, poderosos sensores para identificar obstáculos, lo último en airbags, motores menos contaminantes y de mayor rendimiento; y como todo entra por los ojos, una carrocería que impresione.
Y es en este último punto donde ponemos el freno de mano. Necesario para quienes trabajan directa o indirectamente en la industria automotriz y no sufran millonarias pérdidas y terminen desapareciendo.
Como ya lo mencionamos, cada cierto tiempo hay cambios significativos de los modelos de los autos. El modelo de la carrocería (bodyshop) que era tendencia hace 3 o 4 años, dejará de producirse, pasará de moda y se iniciará la fabricación de un nuevo diseño.
A nivel manufactura esto implica que las estaciones automatizadas de ensamblaje del bodyshop, que trabajaban hasta ese momento con la carrocería anterior, deben detener su producción. Según estimaciones realizadas por Ángel Zavala, Gerente de Industria Automotriz de Rockwell Automation para Latinoamérica, entre el 70% y 80% de la planta de ensamblaje de carrocerías parará y será reemplazada por nuevas líneas de producción que el nuevo modelo exige para su ensamblaje o soldadura. Prácticamente todo estaría en standby a la espera de un nuevo arranque.
“Por día una armadora genera entre 15 millones a 20 millones de dólares en venta. Por cada día que se detiene la producción se deja de tener ese ingreso”, estimó Zavala.