Hacer y aprender. Ver y aprender.
Pero, ¿cómo pueden mejorar las operaciones gracias a todas estas capacidades? En pocas palabras, la RV y la RA permiten que el personal aprenda haciendo y viendo lo que necesiten.
Un ejemplo: la RV permite que, durante la formación, los operadores se familiaricen por sí mismos con el entorno y el proceso de producción de un forma tangible. Los operadores pueden visitar la sala de producción de forma virtual y ver exactamente el equipo modular de proceso, el sistema de soldado de las tuberías y la situación en la que se ubicará el resto del equipo y, además, moverse libremente por el espacio. Al replicar la experiencia en el mundo real, la RV no solo prepara mejor al personal de la planta sino que también ayuda a identificar antes los posibles impedimentos.
Por otra parte, cuando comienza la producción, la RA puede tener un impacto significativo. Por ejemplo, supongamos que es necesario gestionar 50 conexiones en un biorreactor de un determinado proceso y que cada conexión, además, implica varios pasos. Normalmente, los operadores cumplen los SOP (Procedimientos operativos estándar, por sus siglas en inglés) paso a paso y después comprueban con una firma electrónica que todos los pasos se han realizado correctamente.
A pesar de que algunos procedimientos y métodos incluyen ayudas visuales para el cambio de productos, dada la inmensa cantidad de conexiones que hay que realizar y la velocidad la que hay que hacerlo, la posibilidad de cometer errores es bastante grande.
Imaginemos ahora que la RA guía el proceso. En este caso, un operador con un casco de RA o con una tablet podría ver las instrucciones de conexión superpuestas de forma virtual a la pieza concreta del equipo sobre la que debe actuar.
En lugar de asociar las instrucciones con pistas visuales, se “muestra” directamente al operador dónde debe realizar la conexión “haciéndola” virtualmente.
Y, al igual que comprueban la selección de los contenedores y del equipo, las cámaras, los escáneres de código de barras o la tecnología de identificación mediante radiofrecuencia (RFID) pueden verificar que las conexiones manuales están bien realizadas. Y, además, podrían añadirse también firmas electrónicas para facilitar la conformidad del registro de lotes.
Esta tecnología también mejora la detección de errores en equipos móviles en espacios que normalmente no disponen de terminales HMI. Imagine un mundo en el que los técnicos de mantenimiento, equipados con cascos de RA, solo tienen que mirar los distintos componentes de los equipos para localizar las alarmas. ¿Lo ha imaginado? Pues ese escenario está mucho más cerca de lo que cree.
¿Cerca o muy cerca? Eche un vistazo a este eBook para obtener más información sobre cómo las empresas biofarmacéuticas pueden implementar tecnologías modernas para mejorar la coherencia de su proceso de fabricación y, en definitiva, acelerar la producción de tratamientos que pueden salvar la vida de sus clientes.