El objetivo para una Connected Enterprise es una organización segura, productiva y rentable, guiada por inteligencia basada en datos.
¿Pero qué ocurre si un fabricante tiene que realizar mejoras básicas antes de aprovechar los beneficios habilitados digitalmente: equipo y procesos predecibles, un lugar de trabajo más seguro, prácticas ecológicas?
Aquí tiene la buena noticia: el esfuerzo para estabilizar las operaciones también puede ser el primer paso hacia una Connected Enterprise; y generar un retorno de la inversión inmediato.
La estabilidad es esquiva para muchas empresas industriales: en 2014, hubo más de 483,000 lesiones y enfermedades registrables entre los fabricantes de EE. UU.; de las cuales, 126,000 requirieron ausentarse del trabajo y 341 fueron fatales.
Ese mismo año, las acciones de aplicación de la Agencia de Protección Ambiental obligaron a las empresas a invertir más de USD 9,700 millones en el control de la contaminación. Cerca de un cuarto de las plantas de fabricación de EE. UU. informaron una lamentable disponibilidad de las máquinas del 70 por ciento, o superior, lo que implicó un desperdicio de casi un tercio de su capacidad de producción. Aún peor, muchas plantas sufren los tres problemas.
Las tecnologías de fabricación inteligente no solucionarán mágicamente los problemas de seguridad, ambientales y de confiabilidad; no hay un elixir digital que pueda curar una cultura tóxica.
Pero los datos obtenidos del equipo automatizado pueden conectarse a los tableros, iluminar indicadores clave de rendimiento y sentar las bases para una mejora inteligente. Las tecnologías de sensores integrados y los datos que ofrecen (p. ej., vibración, temperatura, uso de energía, escapes) son clave para:
Mejorar la conformidad ambiental y la seguridad de los empleados
Los fabricantes pueden abordar sistemáticamente problemas de seguridad, al diseñar soluciones que integren seguridad y funcionalidad de máquinas.
Este proceso comienza con la mayor conciencia de los problemas, la identificación de nuevos requisitos, el rediseño del sistema (es decir, diseñar peligros mecánicamente, eliminar peligros o crear alarmas automatizadas) y la implementación de sistemas de producción más seguros.
Todo esto requiere revisiones periódicas, monitoreo permanente y actualizaciones a medida que las tecnologías y los estándares evolucionan.