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La mayoría de gente piensa que nosotros, los millennial, no prestamos mucha atención a nuestra carrera (reconozcámoslo, algunos jóvenes cambian más de trabajo de que de calcetines), pero a mí me llevó mucho tiempo decidir dónde quería comenzar mi andadura laboral. Porque... ¿por qué aceptar un trabajo si lo que yo quería era iniciar una carrera en un campo que me interesara?
Cuando estaba buscando trabajos para recién licenciados, en mi cabeza tenía una lista de lo que quería de cualquiera que pudiera ofrecerme un empleo. La lista incluía un lugar de trabajo amigable y abierto, en el que todos –independientemente de su formación, género o nacionalidad– tuvieran diferentes posibilidades de ascenso, una completa formación, contar con un mentor y la oportunidad de trabajar en un entorno global.
Sabía que no era el único que se marcaba esas condiciones y que las empresas tienen mucho donde elegir, pero esperaba que mi formación como ingeniero llamara la atención sobre mi perfil. Ya contaba con un profundo conocimiento de los entornos de fabricación, lo que, además, fortalecía mi intención de conocer otras operaciones de producción. Además, tras mi ingeniería, estudié Administración de empresas en la universidad, y aspiraba a trabajar en la parte técnica y también tocar el aspecto económico en ventas. También hablaba tres idiomas, lo que esperaba fuera una ventaja en una empresa de perfil internacional.
Cuando vi por primera vez el anuncio del programa de Rockwell Automation para recién licenciados, no estaba seguro de querer presentarme. No sabía nada de la empresa ni de sus productos y, aunque Google solucionó rápidamente ese problema con información sobre la empresa y sus ofertas, no me parecía suficiente información como para tomar una decisión. Por suerte, tenía un conocido que había trabajado para Rockwell Automation y que me pudo contar más sobre la empresa —información de primera mano más allá de los hechos—, y lo que me dijo fue que Rockwell Automation era una empresa muy dinámica e internacional y que podría hablar a diario con gente de todo el mundo. Además, también me comentó que, a pesar de ser un gran empresa, tenían en cuenta la opiniones de todo el mundo y que trataban por igual a todos sus trabajadores, independientemente del tiempo que llevaran en la compañía.
Y así, con esta recomendación y mis horas de búsqueda en Internet, me presenté... Y aquí estoy, seis meses después, aprendiendo cómo va el negocio junto a muchos otros licenciados de EMEA. Ya he viajado por toda Europa (¿quién no está dispuesto a viajar en el trabajo?) y he aprendido el funcionamiento de la empresa en diferentes ámbitos. Estoy trabajando con licenciados como yo de Europa, de Arabia Saudí y de Sudáfrica, todos con experiencia de campo en la industria. Tenemos la suerte de contar con los consejos del personal con más antigüedad en la región de EMEA —aunque a veces no tenga la más remota idea de lo que están diciendo—. Os doy un ejemplo. En mi primera reunión de trabajo comencé a hablar con Susana, que me dio algunos consejos, y solo más tarde descubrí que se trataba de la Vicepresidenta regional para Europa del norte. Es muy satisfactorio descubrir que alguien tan importante para la buena marcha de la empresa saca tiempo de su agenda para hacer de mentora con los recién licenciados. Es como si toda la directiva de Rockwell Automation estuviera emocionada con la posibilidad de formar a la futura generación de líderes.
Los siguientes meses estaré trabajando en Bruselas y Polonia en un proyecto para recién licenciados en servicios dirigidos por datos, formación en ventas y talleres de trabajo. El programa finalizará con una presentación, realmente estresante, de nuestro proyecto frente a toda la directiva de la región de EMEA.
Pero no todo es tan serio cuando finalmente llega. Desde el primer día en Bruselas hasta la última jornada de formación, estoy disfrutando mucho trabajando con un grupo encantador de personas (incluyendo el tiempo de ocio que he pasado con otros licenciados). Ahora estoy convencido de haber tomado la decisión correcta y me he probado a mí mismo que no basta pensar con la cabeza, sino que también hay que hacerlo con el corazón.
Aunque los compañeros más mayores de la oficina de Austria me tomaran el pelo por llevar corbata en la oficina (¿no eran los viernes los días que se podía ir informal a la oficina?), estoy muy contento de haber elegido este programa. Ahora mi objetivo es llegar a un cargo en el que pueda implicarme en el proceso de toma de decisiones y ayudar a definir el futuro de Rockwell Automation. Me encanta la mentalidad tan innovadora de esta empresa y estoy deseando convertir en parte activa de la misma. A fin de cuentas, lo que deseo de verdad es dejar aquí un legado del que pueda sentirme orgulloso cuando mire hacia atrás.
Publicado 16 de julio de 2018